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Original y copia

Si llegas a la añeja Plaza de El Carmen y te quedas un rato a la sombra, disfrutando del ambiente agradable que allí se percibe, no demorarás en notar dos individuos que generalmente se encuentran en este sitio. Uno lee un periódico sentado en un banco, mientras el otro anima con su guitarra el paso de visitantes en las horas frescas de la mañana.

Un personaje que inmortalizó el bronce

El caballero lector, con relajada pose, examina la publicación Adelante. Hacia él me dirijo y de forma agradable saluda, así conquisto un instante de su tiempo para conocer cómo llegó a este lugar y por qué se recrea con el semanario agramontino, justo aquí.

Cuenta que fue la artista Martha Jiménez quien lo llevó a ese disfrute. Al iniciar su proyecto de ambientación de El Carmen lo invitó a servirle de modelo como tantos ancianos del Camagüey que leen el periódico en un parque. Él no había tenido mucho tiempo de recrearse en la actividad durante su vida profesional y ahora, de jubilado, le tomó el gusto.

Tanto es así que Norberto Subirat Betancourt, quien antes vivía en el barrio, en la calle General Gómez, hace un tiempo se mudó a Los Coquitos, reparto distante del centro histórico. Desde allá viene temprano con el fin de repetir una y otra vez el placer de repasar la prensa a la vista de todos en un entorno agradable y vivir ese intercambio cultural del que la plaza es escenario.

Un paréntesis

Al lugar acuden visitantes de diversas latitudes del mundo, algunos como turistas, otros en busca de un acercamiento a las artes plásticas, donde la galería de Martha Jiménez es el centro. Los viajeros se acercan al transeúnte con el objetivo de conocer las costumbres citadinas y raíces, sobre todo despiertan su curiosidad los personajes de bronce que dan vida al recinto, acerca de sus sencillas historias también indagan.

Seguimos con el lector de periódico

Subirat, como le dicen los vecinos al legendario personaje, relata con orgullo los años al servicio del Ejército Rebelde; más adelante, la participación en Girón y el resto de su trayectoria laboral. Incluso refiere cómo se sorprendió al encontrar la estatua con su imagen ya emplazada en la posición que ocupa actualmente.

Con respecto a mi pregunta sobre qué se siente el ser tan popular en su tierra y en el mundo, acomodándose la gorra apunta a la estatua y me dice: “Ese soy yo, original y copia, y mientras pueda subir mi pierna en el banco, voy a seguir aquí”.

Música de fondo

Sigo en la encantadora Plaza de El Carmen. Acordes brotaron de un cuadro y me acariciaron el oído, sobre un taburete, recostado a la pared de una vivienda, estaba el autor de aquella tonada, so nombre: Miguel Ángel Pérez Rodríguez.

Ante mi curiosidad de por qué viene cada mañana, guitarra en mano, responde con una sonrisa: “Porque soy guajiro. Yo llegué a Camagüey cerca de la zafra del '70, era camionero y siempre me gustó cantar, aperendí por mi cuenta y después de jubilado tengo más tiempo para descargar”.

Cuándo comenzó a cantar en la plaza

Llegó hace unos cuatro años, después de la restauración de la misma; un día pasó por la calle Carmen, la vio llena de personas y quiso compartir su música como los antiguos juglares, contando lo que sentía.

Luego el proyecto comunitario de la galería de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, que atiende este emplazamiento, le dio orientaciones y lo acogió como parte del entorno, el cual es vital para Miguel, quien con una fractura de cadera viene con muletas y guitarra para regalarnos sus trovadas. Una de ellas hizo una pausa en nuestra conversación.

(Con el cuatro de fondo)

Hay dos presidentes que el pueblo lo nota
y juegan pelota.
Si usted no lo sabe lo va a comprender,
uno es Hugo Chávez y el otro es Fidel.
Si somos cubanos o venezolanos,
dos pueblos hermanos:
!A luchar y a vencer!

Ya al terminar el estribillo estábamos rodeados de vecinos y turistas que visitaban la ciudad. Miguel Ángel agradece mi curiosidad de periodista y le brota del corazón un sentimiento: “Mija, yo no voy a dejar esto nunca porque es importante en mi vida, aquí me hice popular”.

Comentario de las chismosas

Según habladurías del vecindario, estos son dos personajes habituales de El Carmen, hace unos años fueron enemigos; nos confirmó el asunto el trovador. Refiere que al llegar allí con su música Subirat no quería compartir el espacio, pensaba que con su despliegue afectaría la imagen del proyecto.

Hoy son buenos amigos, comparten un trago de café, una tonada y hablan claro sobre lo que dice la prensa, con su figura cada día alegran e informan al transeúnte; pero sobre todo, llaman la atención por su constancia y amor al Camagüey, a su querida Plaza de El Carmen y al sol que cada mañana los calienta mientras replandece detrás de la vieja iglesia.

Mis destellos

Al recorrer este emblemático lugar de la ciudad sobre sus adoquines y apreciar intactas sus sencillas y antiguas casas, sus personajes habituales y la magia que transmite el espacio, parece que el tiempo no pasa. Se detiene en el nacimiento de la comarca para mantenerla viva y hermosa, así como está en la memoria de sus ancianos.

 

Autor: Jesmir Varona Socías
Fuente: Revista Senderos. No. 18, julio-diciembre, 2016. Páginas 31 y 32.