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Entre dos siglos, la cerámica de Martha

Qué traes entre manos?... Mi isla, el mundo.

Fue la respuesta que las obras de esta artista, Martha Jiménez, me confesaron luego de ser escogidas para una exposición transitoria singular en su discurso y ubicación espacial. En su primitivo horno de leñas, combustible abrazado por la propia autora, se quemaron sus piezas emblemáticas, ganadoras de los premios Unesco y FIART. Ellas muestran la cotidianidad sencilla de cualquier barrio cubano, mujeres afrodescendientes de estética descuidada según las revistas de modas, sus pies descalzos, resueltas en su casi desnudez, de pechos carnosos salpicados con la grasa del almuerzo recién servido, ingiriendo frutas adquiridas en el mercado cercano, rodeadas de hijos pequeños que la acompañan en el reposo de los quehaceres del día.

También aparecen apasionadas parejas de enamorados donde la castidad impuesta con rigor se transgrede con los sentidos. Luego, el aroma del criollo café, les comunica la hora de la concurrencia, de las habladurías, de poner al descubierto ciertas interioridades familiares escuchadas tras paredes parlantes: Aquel hijo que exige mucho más de lo que se puede dar, el esposp celoso, la niña tempranamente enamorada, la joven que partió para la capital...quién sabe a qué... en fin, las obras Angelitos negros, Cinturón de castidad, Chismosas y For sale expresan ese mundo tangible y arduo de los años noventa.

En un sendero más simulado, las obras del siglo en que estamos viviendo se esconden tras posturas filosóficas que coquetean con lo enigmático y lo universal. La estética refinada forma parte del mensaje que, con la técnica mixta, descubren a una artista que no incursiona, sino que subyuga a su provecho, en su horno ya eléctrico. 

La obra Anubis, por ejemplo, recrea elementos de la mitología egipcia, Martha la adecuó a referentes cercanos. Si en el libro egipcio de los muertos se muestra la diosa con cabeza canina pesando los corazones para determinar si pueden pasar a al eternidad, aquí está acéfala pero orgullosa al minimizar cuerpos masculinos cuyos corazones fueron devaluados por la balanza.

La cuarta parte del cuerpo, obra que está emplazada con dimensiones monumentales en la ciudad de Shangái, China se apropia de movimientos y códigos que permiten visualizar la mujer que a pesar de ataduras emerge, ambiciosa de saltar y poner el universo a sus pies. La perspectiva de género es la plataforma que une ambos siglos, el tiempo, la experiencia, el laboreo constante ha venido a comportarse como sedimento rico en humus traspolado en las cerámicas que articulan su isla y el mundo.

Por: MsC. Kezia Sabrina Henry Knight
Enero de 2012.