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Simbología en Abre camino

Si algo caracteriza la obra de Martha Jiménez es precisamente esa búsqueda expresiva, constante, capaz de abrirse camino hacia nuevos y atrevidos discursos semióticos incurriendo en reinterpretaciones culturales de incuestionable legitimidad.

Martha conoce bien que la mujer en su tradicional representación, carga consigo símbolos que la han encasillado en un rol pasivo ante diversas situaciones de la vida. La obra por ella magníficamente ejecutada, Abre camino, constituye un manifiesto contundente en contra de semejante aseveración. De la amplia polisemia que representa se desprenden dos conceptos esenciales y reveladores de toda su creación: la polaridad aparentemente irreconciliable y el balance o equilibrio ante la supuesta dicotomía.

Abrirse el camino, tal como lo entiende Martha, es también la necesidad que tenemos todos de buscar y encontrar nuestro centro, justo medio o punto de balance frente a sentimientos encontrados, pensamientos opuestos y comportamientos divergentes.

Negar la existencia de las polaridades en nuestra cotidianidad es un acto como mínimo ingenuo. De manera suigéneris la artista emplea los aros girando en direcciones contrarias en cada mano de la equilibrista para representar simbólicamente la dicotomía pero lo hace con la destreza y habilidad de quien se siente segura en un espectáculo de malabares. Otro gesto inédito en la representación lúdica es la colocación en la cabeza de la acróbata de un peculiar símbolo, la cabra, descontextualizada de sus variados orígenes religiosos y mitológicos. A Martha le interesa solo por el significado en relación al género femenino y a las cualidades que posee por antonomasia: el sacrificio, la paciencia y la perseverancia. Este animal viene para recordar la otra identidad también expresada en esa mujer que se divierte al retar los imposibles y manejarse atinadamente en los límites.

La cabra a su vez está acompañada de dos elementos más que cualifican su presencia: la luna y el garabato. Otra vez retorna a la idea de la dualidad, expresada por símbolos representativos de feminidad y masculinidad respectivamente y el elemento conector es el propio animal al llevar en su boca la luna: sensual, fértil y maternal que posa coqueta encima del garabato, símbolo procedente de la cultura yoruba para expresar el concepto de abrirse camino ante las adversidades.

Martha a través de esta obra demuestra cómo es su propio andar, siempre “hacia adelante y sobre ruedas”, en constante movimiento. El resultado no puede ser más impecable, una composición en perfecta armonía de notable balance formal y conceptual.


Por: Lic. Maydelin Leiva Delgado.
MSc. en Cultura Latinoamericana  
Curadora, galerista y crítica de arte